
Yo estaba entre mis cuatro paredes,
en mi soledad.
De pronto me puse el saco,
me fui a caminar.
Llegué a una plaza y lo vi.
Un banco, estaba un poco roto.
Me senté.
Vino una mujer y se sentó a mi lado.
Vendía las flores
La miré, era una muñeca de cristal.
Conversamos poco.
Me dejo una flor en el ojal de mi saco.
Se marchó como una ola de mar.